UN VIOLINISTA CALLEJERO
Un violinista callejero tocaba adagio en G Minor de Albinoni cuando yo pasaba. No pude seguir caminando y aprovechando un hueco entre los bancos de la Puerta Jerez, me senté a disfrutar de aquella maravilla, de aquél violín que interpretaba la pieza que tanto me gustaba. A Albinoni le siguieron otras tantas, pues el violinista tocaba las peticiones que le hacía el público que estaba allí, embelesado con las cuerdas como yo. Se me fue el santo al cielo pero es un lujo, perder el tiempo así, dejándote envolver por la calidez de la tarde y la magia de un violín.
A. Aroca
Un violinista callejero tocaba adagio en G Minor de Albinoni cuando yo pasaba. No pude seguir caminando y aprovechando un hueco entre los bancos de la Puerta Jerez, me senté a disfrutar de aquella maravilla, de aquél violín que interpretaba la pieza que tanto me gustaba. A Albinoni le siguieron otras tantas, pues el violinista tocaba las peticiones que le hacía el público que estaba allí, embelesado con las cuerdas como yo. Se me fue el santo al cielo pero es un lujo, perder el tiempo así, dejándote envolver por la calidez de la tarde y la magia de un violín.
A. Aroca