Mozart: Requiem K 626





No sólo el cuerpo necesita alimento, también el alma de vez en cuando está hambrienta, pero ésta es exquisita; necesita de los mejores manjares para alimentarse.

Hoy ha sido un regalo la soledad y el silencio, y esta obra que sacia mi apetito. Un día para mí, entero. Apenas puedo pensar, no quiero pensar. No necesito pensar y manipularme con opiniones ajenas. Que cese el parloteo de la mente y que hable el corazón. Pero el corazón no habla, por eso es corazón. El solo siente y late al compás de las notas del réquiem. Muchas veces me acompañó este réquiem mozartiano, siempre en los momentos más subliminales.

No necesito nada más, no pienso, no intento racionalizar los hechos, no busco explicaciones, ni intento averiguar los por qué de esta existencia. Solo escucho y disfruto de este regalo; sé que al final del día, las respuestas vendrán solas, aunque el fondo de la cuestión, es que si dos almas necesitan alimentarse de cosas distintas,  difícil  es que puedan compartir mesa.  




QUIEN HA VIVIDO MUCHAS TORMENTAS Hay una tierra devastada, destruida por un temporal que el destino caprichoso hace volver una y otra ...