LAS FLORES MALVAS

Después de la última tormenta de primavera, las flores malvas que habitan en los arriates silvestres por donde paseo cada día, se habían quedado mustias por el agua. Todas miraban al suelo, aún empapadas y sus finos pétalos arrugados parecían que iban a desprenderse de un momento a otro. Sin embargo, al día siguiente, cuando los rayos del sol habían secado las aceras mojadas, estas florecillas del campo volvían a su estado natural, luciendo aún más bonitas si cabe. Parecía imposible que aquellos pétalos tan frágiles, como papel de fumar mojado, volvieran a enderezarse y a mirar al sol con alegría, como si nada hubiese pasado. Me dió que pensar y me vi reflejada en ellas. Tan frágiles ante la tormenta pero tan fuertes como para levantar la cabeza y mirar al sol nuevamente. Eso sí, yo tengo más suerte que ellas porque ante la próxima lluvia, podré cobijarme.


"Cuando cae un chaparrón, la primera vez que te mojes será inevitable, pero la segunda, será culpa tuya".

A. Aroca

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