"el aleteo de las alas de una mariposa, se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino)
Beethoven, Sinfonía nº 5 en Do menor, Op. 67, Completa.
“Quien nunca descansa, quien con el corazón y la sangre piensa en lograr lo imposible, ese triunfa”.
REFLEXIÓN PARA EL FIN DE SEMANA. IMPOSTURAS DE LA MENTE
Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. Nosotros y nuestros
diablos, esos que no nos permiten perder, esos que siempre buscan el
protagonismo, esos que te vendan los ojos y te dicen al oído lo que tu
quieres oir. Esos pequeños diablos a los que les hemos puesto nombre:
orgullo, miedo, cabezonería, egoísmo, prepotencia...y tantos otros que
usamos pero solo cuando nos referimos a los demás porque cuando se
trata de nuestra persona, le cambiamos el nombre por otros más
indulgentes, porque somos así. La indulgencia empieza primero con
nosotros y después si nos parece bien, con el resto.
Sí, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos si no reconocemos que
todos esos demonios pertenecen al ego que nos doblega, que nos dice que
no debemos dar el primer paso, que somos tontos si perdonamos, que no
merece la pena arriesgarse, que nos lo merecemos todo, que somos los
mejores y un sinfín de vanidades que nos amurallan sobre nuestro ombligo.
Por suerte, de vez en cuando, nos visita un ángel blanco que nos ilumina
y nos abre el telón de la ignorancia sobre nosotros mismos y sobre lo
que nos rodea.
Observa el vuelo de una mariposa blanca, ahora que empiezan a proliferar
entre los árboles. Algo tan sencillo como eso, así es la vida; no
busques más allá. Alzan el vuelo batiendo sus alas hacia el sol, porque
de eso se trata, de aletear mientras se tenga aliento aunque sea en el
mismo jardín de siempre, aunque su vida se vaya a extinguir en dos días.
Lo demás no sirve de nada; basate en lo real, en lo que tus ojos vean,
en lo que tus manos toquen, en lo que tus oídos escuchen, en lo que tu
alma reciba. Lo demás, solo son imposturas de la mente.
A. Aroca
Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. Nosotros y nuestros
diablos, esos que no nos permiten perder, esos que siempre buscan el
protagonismo, esos que te vendan los ojos y te dicen al oído lo que tu
quieres oir. Esos pequeños diablos a los que les hemos puesto nombre:
orgullo, miedo, cabezonería, egoísmo, prepotencia...y tantos otros que
usamos pero solo cuando nos referimos a los demás porque cuando se
trata de nuestra persona, le cambiamos el nombre por otros más
indulgentes, porque somos así. La indulgencia empieza primero con
nosotros y después si nos parece bien, con el resto.
Sí, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos si no reconocemos que
todos esos demonios pertenecen al ego que nos doblega, que nos dice que
no debemos dar el primer paso, que somos tontos si perdonamos, que no
merece la pena arriesgarse, que nos lo merecemos todo, que somos los
mejores y un sinfín de vanidades que nos amurallan sobre nuestro ombligo.
Por suerte, de vez en cuando, nos visita un ángel blanco que nos ilumina
y nos abre el telón de la ignorancia sobre nosotros mismos y sobre lo
que nos rodea.
Observa el vuelo de una mariposa blanca, ahora que empiezan a proliferar
entre los árboles. Algo tan sencillo como eso, así es la vida; no
busques más allá. Alzan el vuelo batiendo sus alas hacia el sol, porque
de eso se trata, de aletear mientras se tenga aliento aunque sea en el
mismo jardín de siempre, aunque su vida se vaya a extinguir en dos días.
Lo demás no sirve de nada; basate en lo real, en lo que tus ojos vean,
en lo que tus manos toquen, en lo que tus oídos escuchen, en lo que tu
alma reciba. Lo demás, solo son imposturas de la mente.
A. Aroca
Domingo 8 de septiembre
Esta tarde hicimos el amor. Lo hemos hecho tantas veces y sin embargo no lo he registrado. Pero hoy fue algo maravilloso. Nunca en mi vida, ni con Isabel ni con nadie, me sentí tan cerca de la gloria. A veces pienso que Avellaneda es como una horma que se ha instalado en mi pecho y lo está agrandando, lo está poniendo en condiciones adecuadas para sentir cada día más. Lo cierto es que yo ignoraba que tenía en mí esas reservas de ternura. Y no me importa que ésta sea una palabra sin prestigio. Tengo ternura y me siento orgulloso de tenerla. Hasta el deseo se vuelve puro, hasta el acto más definitivamente consagrado al sexo se vuelve casi inmaculado. Pero esa pureza no es mojigatería, no es afectación, no es pretender que sólo apunto al alma. Esa pureza es querer cada centímetro de su piel, es aspirar su olor, es recorrer su vientre, poro a poro. Es llevar el deseo hasta la cumbre.
Mario Benedetti - La Tregua.
_Desahogo_
A veces resulta insoportable, como gotas de ácido calándome los sentidos;
nunca he ansiado tanto el silencio como ahora.
Tan incesante es el goteo y tan profundo el eco que si no empiezo ya a
correr,
no tendré sitio donde agarrarme el alma.
Si hay formas de destruir a alguien, ésta es una de ellas.
Maldita sea.
................
A. Aroca
A veces resulta insoportable, como gotas de ácido calándome los sentidos;
nunca he ansiado tanto el silencio como ahora.
Tan incesante es el goteo y tan profundo el eco que si no empiezo ya a
correr,
no tendré sitio donde agarrarme el alma.
Si hay formas de destruir a alguien, ésta es una de ellas.
Maldita sea.
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A. Aroca
LA OFERTA
No
suelo hablar de política, no me gusta, no me siento bien haciéndolo
porque no la entiendo pero se me ha ocurrido un símil en relación
a las próximas elecciones y la oferta de sus candidatos. Y digo
oferta porque así es como me parece que se presentan, que se
ofrecen a la población votante, como una oferta de saldo o como un
chollo de última hora.
Ofrecen
su programa electoral como los clásicos BBB: bueno, bonito y barato.
¿Cómo podríamos rechazar algo así? Nos lo creemos como cuando
nos lanzamos a las rebajas a buscar esa ganga, esa que tan bien nos
han vendido y que además no tiene competidores posibles ni en
calidad ni en precio, a veces ni siquiera en producto; lo que he
comentado antes de las tres B.
Y
nosotros vamos y lo compramos con ese postulado de no perder la
ocasión, de no ser tonto como dice la frase de un conocido spot
publicitario que no voy a nombrar ahora pero que todos conocemos.
Estamos
tan convencidos de la veracidad de lo que nos cuentan que no nos
paramos a comprobar si ese producto es tal y como nos lo están
vendiendo o si realmente es lo que necesitamos en ese momento, o si
es mejor que el del comercio de al lado aunque éste no tenga tanta
publicidad. Recordemos como funcionan las campañas de marketing,
recordemos esa frase tan antigua de que nadie dá duros a real y
recordemos que somos animales de costumbre pero también noveleros e
ingenuos.
A
veces nos lo creemos todo y consentimos que nos vendan gato por
liebre porque nos guiamos demasiado por lo de fuera, por la
apariencia, por el aspecto, por el carisma de ese vendedor de
ilusiones que en la mayoría de los casos solo vende humo.
Cuando
te das cuenta del error, cambias inmediatamente de tienda, como el
que cambia de chaqueta. No van a engañarte dos veces y menos a ti
que eres tan listo. Te agarras a la nueva oferta como a un clavo
ardiendo, defendiéndola con uñas y dientes y renegando de la
anterior o manteniendo en secreto que alguna vez fuiste objeto de su
palabrería pero sigues sin comprobar y sin verificar; sigues
comprando de forma compulsiva o a ciegas, porque no has caído en la
cuenta de que también podrías sencillamente no comprar lo que no
necesitas.
Esta
situación repetida en el tiempo provoca que te sientas como un niño
desamparado. Es la mejor definición que encuentro para el que se
siente defraudado , confundido y en la obligación de elegir, no
cualquier tontería,
sino
el traje con el que te vas a tener que vestir durante unos cuantos de
años.
Alguien
me decía el otro día, defraudado por cierto: “ya no sé a quién
votar porque sé que todos me la van a meter”. A lo que yo le
respondí: pues si sabes que todos te la van a meter, elige por lo
menos el que menos te duela.
Eso es
así.
A.
Aroca
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