REFLEXIÓN PARA EL FIN DE SEMANA. IMPOSTURAS DE LA MENTE

Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. Nosotros y nuestros
diablos, esos que no nos permiten perder, esos que siempre buscan el
protagonismo, esos que te vendan los ojos y te dicen al oído lo que tu
quieres oir. Esos pequeños diablos a los que les hemos puesto nombre:
orgullo, miedo, cabezonería, egoísmo, prepotencia...y tantos otros que
usamos pero solo cuando nos referimos a los demás porque cuando se
trata de nuestra persona, le cambiamos el nombre por otros más
indulgentes, porque somos así. La indulgencia empieza primero con
nosotros y después si nos parece bien, con el resto.

Sí, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos si no reconocemos que
todos esos demonios pertenecen al ego que nos doblega, que nos dice que
no debemos dar el primer paso, que somos tontos si perdonamos, que no
merece la pena arriesgarse, que nos lo merecemos todo, que somos los
mejores y un sinfín de vanidades que nos amurallan sobre nuestro ombligo.

Por suerte, de vez en cuando, nos visita un ángel blanco que nos ilumina
y nos abre el telón de la ignorancia sobre nosotros mismos y sobre lo
que nos rodea.

Observa el vuelo de una mariposa blanca, ahora que empiezan a proliferar
entre los árboles. Algo tan sencillo como eso, así es la vida; no
busques más allá. Alzan el vuelo batiendo sus alas hacia el sol, porque
de eso se trata, de aletear mientras se tenga aliento aunque sea en el
mismo jardín de siempre, aunque su vida se vaya a extinguir en dos días.

Lo demás no sirve de nada; basate en lo real, en lo que tus ojos vean,
en lo que tus manos toquen, en lo que tus oídos escuchen, en lo que tu
alma reciba. Lo demás, solo son imposturas de la mente.

A. Aroca

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