DEUDAS POR PAGAR
En esto de imaginar -de lo que tengo bastante experiencia-, me imagino
dentro de unos años, cuando sea más mayor y ya no lleve el pelo largo.
Me veo dando paseos por alguna playa con la mirada serena y mis vaqueros
-a esos no pienso renunciar-, quién sabe si acompañada o sola; una no es
dueña de su destino ni puede saber lo que le depara, ni siquiera si
podré disfrutar de ello o habré partido antes de tiempo.
En cualquier caso, yo me imagino feliz, tranquila y limpia; con limpieza
me refiero a no tener ninguna mota de polvo que me enturbie el alma.
Me gustaría llegar a mi vejez siendo realmente quién soy, habiéndome
conocido que ya es bastante porque cuando uno se conoce y se acepta tal
como es, aprende a perdonarse y a quererse y la convivencia con uno
mismo se torna mucho menos conflictiva y dudosa.
Todos tenemos un karma que cumplir, a veces se enreda y nos desligamos
de nuestro propósito porque acostumbramos a vernos en conjunto y nos
olvidamos de nuestro ser único. No es una actitud egoísta aunque muchos
no puedan entenderlo. Cuando uno defiende su individualidad, lo único
que está haciendo es desarrollarse plenamente como persona y a partir de
ahí, poder interactuar con los demás ofreciendo lo más puro que tiene,
su alma genuína, en estado puro. Es un regalo que no todo el mundo
aprecia y que incluso pueden recriminarte.
Conociéndote, aceptándote y amándote, conoces, aceptas y amas a los
demás; sintiéndote libre, das lo mejor de ti mismo pero es difícil si no
puedes expresarte desde esa libertad.
Hay deudas que se pagan de por vida y el precio es demasiado alto, tanto
que no puedes asumirlo en esta existencia y necesitas otra para saldar
cuentas.
Yo quiero llegar a esa playa limpia y libre de cargas, en paz conmigo
misma y con todos aquellos que no creen en mi libertad, porque los que
creen, ya no formaran parte de mi deuda sino de mi paisaje.
A. Aroca
En esto de imaginar -de lo que tengo bastante experiencia-, me imagino
dentro de unos años, cuando sea más mayor y ya no lleve el pelo largo.
Me veo dando paseos por alguna playa con la mirada serena y mis vaqueros
-a esos no pienso renunciar-, quién sabe si acompañada o sola; una no es
dueña de su destino ni puede saber lo que le depara, ni siquiera si
podré disfrutar de ello o habré partido antes de tiempo.
En cualquier caso, yo me imagino feliz, tranquila y limpia; con limpieza
me refiero a no tener ninguna mota de polvo que me enturbie el alma.
Me gustaría llegar a mi vejez siendo realmente quién soy, habiéndome
conocido que ya es bastante porque cuando uno se conoce y se acepta tal
como es, aprende a perdonarse y a quererse y la convivencia con uno
mismo se torna mucho menos conflictiva y dudosa.
Todos tenemos un karma que cumplir, a veces se enreda y nos desligamos
de nuestro propósito porque acostumbramos a vernos en conjunto y nos
olvidamos de nuestro ser único. No es una actitud egoísta aunque muchos
no puedan entenderlo. Cuando uno defiende su individualidad, lo único
que está haciendo es desarrollarse plenamente como persona y a partir de
ahí, poder interactuar con los demás ofreciendo lo más puro que tiene,
su alma genuína, en estado puro. Es un regalo que no todo el mundo
aprecia y que incluso pueden recriminarte.
Conociéndote, aceptándote y amándote, conoces, aceptas y amas a los
demás; sintiéndote libre, das lo mejor de ti mismo pero es difícil si no
puedes expresarte desde esa libertad.
Hay deudas que se pagan de por vida y el precio es demasiado alto, tanto
que no puedes asumirlo en esta existencia y necesitas otra para saldar
cuentas.
Yo quiero llegar a esa playa limpia y libre de cargas, en paz conmigo
misma y con todos aquellos que no creen en mi libertad, porque los que
creen, ya no formaran parte de mi deuda sino de mi paisaje.
A. Aroca