Cartas amarillas - Nino Bravo


Que bonitas palabras, es lo mejor que se le puede decir a alguien: te quiero libre, libre para amar, libre para olvidar. Eso significa que el estar con alguien es una elección y no una necesidad. "Te quiero libre; conmigo o sin mí"

Hombre que bebe solo

 Los centinelas vigilan, los revolucionarios conspiran, las calles están vacías. La ciudad se ha dormido al ritmo monocorde de la lluvia; las aguas de la bahía, viscosas de petróleo, lamen, lentas, los muelles. Un marinero tropieza, discute con un farol, erra el golpe. Al pie del cerro, arde como siempre la llama de la refinería. El marinero cae de bruces sobre un charco. Ésta es la hora de los náufragos de la ciudad y de los amantes que se tienen ganas.

 La lluvia arrecia. Llueve desde lejos; la lluvia se abate contra las ventanas del café del griego y hace vibrar los vidrios. La única lámpara, amarilla, luz enferma, oscila desde el techo. En la mesa del rincón, no hay ninguna muchacha tomándose un cortado ni fabricando un barquito con el papel del azúcar para que el barquito navegue en el vaso de agua y naufrague. Hay un hombre que mira llover, en la mesa del rincón, y ninguna otra boca fuma de su cigarrillo. El hombre escucha voces que caen desde lejos y dicen que juntos somos poderosos como dioses, y dicen; así que no valía la pena, todo ese dolor inútil, esta basura. El hombre las escucha, esta mentira, estatua de hielo, como si no llegaran desde lo hondo de la memoria de nadie y fueran capaces de sobrevivirlo y quedarse flotando en el aire, en el aire que huele a perro mojado, diciendo: me gusta gustarte, hermosa mía, mi lindísima, cuerpo que yo completo, me rozás con las puntas de los dedos y me sale humo, nunca me pasó, nunca me pasará, y diciendo: ojalá te enfermes, que todo te salga mal, que no puedas seguir viviendo. Y también: gracias, es una suerte que existas, hayas nacido, estés viva, y también: maldigo el día en que te conocí.
 Como ocurre siempre que las voces llegan, el hombre siente una acosadora necesidad de fumar. Cada cigarrillo enciende el siguiente mientras las voces van cayendo, trepidantes, y si no fuera por el vidrio de la ventana es seguro que la lluvia le lastimaría la cara.

Eduardo Galeano - Vagamundo y otros relatos.

Ella Fitzgerald Blue Moon

LA LUNA

Me persiguió la luna toda la noche, estaba en cuarto creciente pero era realmente hermosa, sería que estaba iluminada de la marisma y la marisma de ella. Me persiguió toda la noche y sacó a la luz muchos recuerdos, muchas nostalgias de otra luna, más terrenal y quizás más loca o inquieta. Una no puede huir de su memoria cuando ésta se empeña en recordar.
Hubo un tiempo en el que fui luna, luna llena, espléndida, luminosa y radiante;  eso se queda para mí y para algún que otro lucero.

A. Aroca  

    AMANECE EN TRIANA

Hace mucho que no veía amanecer en el Rocío, hace mucho que no esperaba a la Virgen junto a Triana, hace mucho que no veía a la gente de la Hermandad; en realidad, hace mucho tiempo de muchas cosas, de sentir emociones, de hundir mis botos en la arena, de respirar la marisma, de creer y de reconciliarme conmigo misma. Hace mucho tiempo que no amanecía con Triana.

A. Aroca
RECUERDOS


Del Rocío me quedo con muchos momentos vividos en el Camino, momentos que guardo en mi memoria y en algunas fotografías como ésta.

 Me quedo con el Camino, con esos amaneceres en los que te despierta el tamborilero, con esos pasos solitarios entre los pinos, con la arena de la Raya, con el olor a romero entre los dedos, con el rosario de la tarde alrededor del Simpecao, con el alboroto del Quema, con el júbilo del Ajolí, con esas noches estrelladas, con las salves de Palacios, con la lumbre de una candela, con el tintineo de las campanillas de los bueyes que tiran de la carreta...  y se me viene a la memoria una de tantas letras, esa que dice: "Tiempo detente, que es tan grande el consuelo que mi alma siente, que duren mis anhelos eternamente"

No soy una rociera ferviente pero cada uno vive el Rocío a su manera. El Camino es un buen lugar para entrar en contacto con uno mismo; muchas veces me alejé de la multitud y me perdí sola por alguna vereda, tuve sensaciones inexplicables, llena de nada y de todo al mismo tiempo. 
Sí, del Rocío me quedo con el Camino,
 porque para mí es también como un retiro espiritual.   
Veía a personas hablando en nombre de la libertad, y cuanto más defendían
este derecho único, más esclavas se mostraban de los deseos de sus
padres, de un matrimonio
en el que prometían quedarse junto al otro «el resto de su vida», de la
báscula, de los regíme-
nes, de los proyectos interrumpidos a la mitad, de los amores a los que
no se podía decir «no»
o «basta», de los fines de semana en que se veían obligadas a comer con
quien no deseaban.
Esclavas del lujo, de la apariencia del lujo, de la apariencia de la
apariencia del lujo. Esclavas
de una vida que no habían escogido, pero que habían decidido vivir
porque alguien las había
convencido de que era mejor para ellas. Y así seguían en sus días y
noches iguales, donde la
aventura era una palabra en un libro o una imagen en la televisión
siempre encendida, y cuan-
do una puerta cualquiera se abría, siempre decían: «No me interesa, no
me apetece.»
¿Cómo podían saber si les apetecía o no si nunca lo habían intentado?
Pero era inútil preguntar:
en verdad, tenían miedo de cualquier cambio que viniese a sacudir el
mundo al que estaban
acostumbradas.
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No me arrepiento de los momentos en los que sufrí, llevo mis cicatrices
como si fueran medallas,
se que la libertad tiene un precio alto, tan alto como el precio de la
esclavitud; la única diferencia
es que pagas con placer y con una sonrisa, incluso cuando es una sonrisa
manchada de lágrimas.


*El Zahir de Paulo Coelho. *

QUIEN HA VIVIDO MUCHAS TORMENTAS Hay una tierra devastada, destruida por un temporal que el destino caprichoso hace volver una y otra ...