AMANECE EN TRIANA

Hace mucho que no veía amanecer en el Rocío, hace mucho que no esperaba a la Virgen junto a Triana, hace mucho que no veía a la gente de la Hermandad; en realidad, hace mucho tiempo de muchas cosas, de sentir emociones, de hundir mis botos en la arena, de respirar la marisma, de creer y de reconciliarme conmigo misma. Hace mucho tiempo que no amanecía con Triana.

A. Aroca
RECUERDOS


Del Rocío me quedo con muchos momentos vividos en el Camino, momentos que guardo en mi memoria y en algunas fotografías como ésta.

 Me quedo con el Camino, con esos amaneceres en los que te despierta el tamborilero, con esos pasos solitarios entre los pinos, con la arena de la Raya, con el olor a romero entre los dedos, con el rosario de la tarde alrededor del Simpecao, con el alboroto del Quema, con el júbilo del Ajolí, con esas noches estrelladas, con las salves de Palacios, con la lumbre de una candela, con el tintineo de las campanillas de los bueyes que tiran de la carreta...  y se me viene a la memoria una de tantas letras, esa que dice: "Tiempo detente, que es tan grande el consuelo que mi alma siente, que duren mis anhelos eternamente"

No soy una rociera ferviente pero cada uno vive el Rocío a su manera. El Camino es un buen lugar para entrar en contacto con uno mismo; muchas veces me alejé de la multitud y me perdí sola por alguna vereda, tuve sensaciones inexplicables, llena de nada y de todo al mismo tiempo. 
Sí, del Rocío me quedo con el Camino,
 porque para mí es también como un retiro espiritual.   
Veía a personas hablando en nombre de la libertad, y cuanto más defendían
este derecho único, más esclavas se mostraban de los deseos de sus
padres, de un matrimonio
en el que prometían quedarse junto al otro «el resto de su vida», de la
báscula, de los regíme-
nes, de los proyectos interrumpidos a la mitad, de los amores a los que
no se podía decir «no»
o «basta», de los fines de semana en que se veían obligadas a comer con
quien no deseaban.
Esclavas del lujo, de la apariencia del lujo, de la apariencia de la
apariencia del lujo. Esclavas
de una vida que no habían escogido, pero que habían decidido vivir
porque alguien las había
convencido de que era mejor para ellas. Y así seguían en sus días y
noches iguales, donde la
aventura era una palabra en un libro o una imagen en la televisión
siempre encendida, y cuan-
do una puerta cualquiera se abría, siempre decían: «No me interesa, no
me apetece.»
¿Cómo podían saber si les apetecía o no si nunca lo habían intentado?
Pero era inútil preguntar:
en verdad, tenían miedo de cualquier cambio que viniese a sacudir el
mundo al que estaban
acostumbradas.
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No me arrepiento de los momentos en los que sufrí, llevo mis cicatrices
como si fueran medallas,
se que la libertad tiene un precio alto, tan alto como el precio de la
esclavitud; la única diferencia
es que pagas con placer y con una sonrisa, incluso cuando es una sonrisa
manchada de lágrimas.


*El Zahir de Paulo Coelho. *
" Te he esperado de muchas maneras, esperé como Penelope esperaba a
Ulises, Romeo esperaba a Julieta y Beatriz esperaba a Dante para
rescatarla... me he llenado de tus recuerdos, de los momentos que
pasamos juntos, de los países que hemos visitado, de nuestras alegrías,
de nuestras peleas...
Entonces, miré hacia atrás, hacia el camino que mis pasos habían
dejado, y no te vi"

*"El zahir" de Paulo Coelho.*

  

   Que curiosa reflexión pero es cierto, así de sencillo. Así son todas las cosas en la vida, pero nos empeñamos en complicarlas. Yo creo que la clave está en encontrar la combinación perfecta, eso sí que es difícil. 

QUIEN HA VIVIDO MUCHAS TORMENTAS Hay una tierra devastada, destruida por un temporal que el destino caprichoso hace volver una y otra ...