EL TE ESPERA SIN PRISAS. 

Tengo una cita cada domingo por la mañana a eso de las diez. Voy a
visitar a un amigo que vive cerca de casa y me invita a desayunar un pan
especial, un pan que el mismo prepara y que si bien, no hace milagros,
me quita el hambre de toda la semana. Es como una vitamina que ofrece a
sus amistades, a los que van a visitarlo como yo, y nos reconforta, nos
inmuniza durante siete días y nos ayuda a recobrar la vitalidad del alma.

Al principio, recuerdo que me sentaba al final porque no conocía a
nadie. Escuchaba sin hacer demasiado ruido pues no sabía muy bien que
tenía que decir, ni me conocía sus canciones. Me acercaba tímidamente a
su mesa y apenas levantaba los ojos del suelo cuando me daba a comer de
aquél pan; después de algunas semanas, me sentí con más confianza y
participaba del desayuno como los demás, sintiéndome mucho más cerca de Él.

Él, que me llamó aquél día y me invitó a su casa a la que procuro no
faltar cada domingo; no por costumbre, ni por obligación, sino porque
recargo las pilas para toda la semana de una profunda paz, de una
sensación de bienestar que no puedo explicar ni comparar con ninguna otra.

No iba a misa desde que salí del colegio de monjas, he vivido siempre la
fé muy a mi manera, pero ahora puedo decir que esos cuarenta y cinco
minutos que paso en la iglesia, es el tiempo más feliz y reconfortante
que tengo en la semana.

Me siento muy afortunada y no sé si soy merecedora de tanto privilegio,
por eso, no puedo hacer otra cosa que expresar mi gratitud lanzando
estas palabras al viento, para que ese viento le llegue a todo aquél que
necesite un halo de esperanza, un rayo de luz.

Acércate a su casa, Él te espera sin prisas.

Maroka

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja un comentario

QUIEN HA VIVIDO MUCHAS TORMENTAS Hay una tierra devastada, destruida por un temporal que el destino caprichoso hace volver una y otra ...