EL PEREGRINO


Como un ímpulso que te lleva a mover un pie tras otro, así el camino se
descubre delante de ti y se diluye a tu espalda evaporando las huellas
dejadas paso a paso, creando así un instante único cuando tu
planta toma contacto con la tierra.

No estás solo, muchas siluetas se reflejan junto a tu sombra pero el
peregrinaje es propio, es tuyo y te pertenece tanto la bocanada
de aire que inhalas en cada pisada.

Ser peregrino no es un estado, es una condición; el verdadero peregrino
ni siquiera necesita camino físico, ni fechas en el calendario. He visto mucho
peregrinar sin moverse del sitio. Es como un tao, una meditación, una
búsqueda espiritual.

Así como el andariego, que no tiene casa fija, el peregrino en busca de
ese sentido de libertad necesita caminar, explorar el mundo con las
zuelas de sus zapatos o con el alma; ambos son espíritus libres aunque
el peregrino sabe que su viaje es transitorio, sabe que en un momento u
otro tiene que regresar. Su viaje es un peregrinaje, es un camino de ida
y vuelta, una búsqueda interior, un reconocerse en sus propios pasos
para volver a empezar tantas veces como lo necesite a lo largo de su
existencia.

Ese es el verdadero significado del peregrino, el destino, el fin de su peregrinación,
 porque no todo lo que anda errante está perdido. 

Maroka

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