Parábola de la taza de té vacía
Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama.  Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. 
Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. 
El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. 
Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. 
El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada.”
                                   ..............................................

Esta parábola budista nos enseña a afrontar la muerte con ecuanimidad, nuestra propia muerte pero ver rondar la canina por la coronilla de las personas que queremos es más difícil de asimilar, es algo para lo que nunca estamos preparados.
Hablaba en  mi última entrada  que no hay que guardar nada para una ocasión especial porque estar vivo era la ocasión especial; hablaba casualmente,  sin saber que pronto me daría cuenta de la importancia de estas palabras que  tal vez llegaron a mis manos en un vaticinio ingenuo pero implacable.
 Cuando la vida da segundas oportunidades, es cuando realmente valoras el obsequio de un nuevo día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja un comentario

QUIEN HA VIVIDO MUCHAS TORMENTAS Hay una tierra devastada, destruida por un temporal que el destino caprichoso hace volver una y otra ...