Mujeres monstruos

Soy un monstruo, un símbolo difícil de descifrar ante los ojos que me observan desde la sociedad cartucha y cínica. Tengo más de treinta años y no tengo hijos porque no quiero, porque el objetivo de mi vida no está en ello. Me dedico a trabajar, a leer mucho, a perfeccionarme en mi profesión y a trabajar en mí crecimiento personal y mis planes para los próximos años son hacer un doctorado y vibrar mientras leo e investigo lo que me apasiona.
No tengo un vestido de novia en la cartera porque jamás me casaría. Me encanta mi sexualidad y la vivo plenamente. No me visto para atraer al sexo masculino, sino para sentirme cómoda y especialmente, evito la ropa que invite a los machistas de este país a mirarme como un bistec con patas en la calle… y si salgo con menos ropa, porque tengo mucho calor o porque simplemente me place hacerlo y alguien me dice un improperio en la calle, le respondo con un ladrido de vuelta, dejándolo en vergüenza frente a la demás gente.
Me masturbo a diestra y siniestra y descubro cada parte de mi cuerpo, porque soy la mejor amante de mí misma y en eso, nadie me supera. Cuando tengo sexo con otra persona, no dudo en pedir lo que quiero, en proponer lo que fantaseo o en pedir más. Utilizo mi sexualidad como una herramienta para auto realizarme, expresarme, conocerme y expandir mis alas sin que nada me amarre. En mí, no existe la pregunta ¿tienes condones? Porque tengo mis propios condones en mi cartera.
No dudaría en hacerme un aborto ni por un segundo, porque no voy a traer niños al mundo que no sean deseados. Me interesa más leer un libro que ponérmelo en la cabeza para caminar derecha. No ocupo zapatos con taco porque encuentro injusto deformar mis pies para que me consideren bonita. Soy un lío como pareja, principalmente porque no dudo en decir lo que no me gusta ni por un segundo y no me dejo en segundo plano por nadie. Me carga usar anticonceptivos porque lo encuentro injusto. Encuentro que la industria farmacéutica tiene cara de hombre, porque prefiere poner en riesgo los cuerpos femeninos que los masculinos.
Soy un monstruo peligroso, porque soy columnista de sexualidad y ocupo este espacio como lugar de lucha, en donde expongo mis ideas de libertad sexual femenina a toda voz, esperando contagiar a alguna que otra mujer a que se emancipe de las ideas sociales machistas de este país.
Soy un monstruo. Lo tengo claro, pero lo soy porque actúo de acuerdo a mí misma y no a lo que me enseñaron de chica. Lo soy, porque soy rara, extraña a las representaciones sociales de “ser mujer” y lo distinto es feo, asusta, da miedo… hace que los demás retrocedan, porque no lo entienden, porque es diferente, porque es nuevo y se sale de los parámetros del “debería ser” de esta sociedad.
Soy un monstruo y quiero que tú también lo seas. Quiero que quites la tela de tus ojos y que observes a tu alrededor. Que te des cuenta que vales más que tu capacidad de reproducción. Que tu objetivo debiera ser feliz, no tener hijos. Quiero que te preguntes a ti misma, ¿Qué es lo que quiero realmente?. Quiero que sepas utilizar un dildo y que no dependas de un hombre para tener un orgasmo. Quiero que conozcas tu cuerpo y tu clítoris y que seas tu mejor amante. Que no dudes mostrarte por completo en la sexualidad con otro. Que pidas y que hagas lo que desees sin miedo a ser considerada puta.
Mujeres monstruos, putas, brujas, insensibles, abortistas. Mujeres raras. Mujeres que causan extrañeza en sus círculos sociales. Mujeres que asustan. Pandoras, Liliths y Fresias, ¡uníos! Porque lo que no se conoce se teme. Es mejor causar temor o extrañeza, que un vil piropo.

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