"el aleteo de las alas de una mariposa, se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino)
Rescatando textos antiguos, me encontré algo como ésto.
Espero que os guste.
EL ALMA
Me gustaría saber dónde se encuentra exactamente el alma, a mí me
parece que debe estar cerca del corazón pero no estoy segura porque el
alma -si está viva- está en continuo movimiento. Cuando decimos que
tenemos el alma en los pies, o que se nos ha ido el alma a la boca,
significa que no es estática, que se mueve por nuestro interior aunque
si después de tanto movimiento tuviese que descansar en un sitio fijo,
seguro que éste no se encuentra muy lejos del pecho.
El alma es la esencia de la persona, lo más valioso que tenemos, lo más
sagrado.
El alma debe estar siempre llena aunque sea de silencios. De
nostalgias, de amor, de música, de ideas, de esperanza, de generosidad,
de gratitud, de ilusiones, de bondad... de todo aquello que la mantenga
viva y en su sitio aunque de vez en cuando te recorra el cuerpo con
algún que otro sobresalto.
El alma debe iluminar a la persona con su propia luz, y esta luz, será
el destello de su mirada. Seguro que alguna vez habéis escuchado eso
de : "mira con los ojos del alma".
El alma no es que tenga ojos, pero llena tu iris de pedacitos de ella y
eso se nota.
A. Aroca
Espero que os guste.
EL ALMA
Me gustaría saber dónde se encuentra exactamente el alma, a mí me
parece que debe estar cerca del corazón pero no estoy segura porque el
alma -si está viva- está en continuo movimiento. Cuando decimos que
tenemos el alma en los pies, o que se nos ha ido el alma a la boca,
significa que no es estática, que se mueve por nuestro interior aunque
si después de tanto movimiento tuviese que descansar en un sitio fijo,
seguro que éste no se encuentra muy lejos del pecho.
El alma es la esencia de la persona, lo más valioso que tenemos, lo más
sagrado.
El alma debe estar siempre llena aunque sea de silencios. De
nostalgias, de amor, de música, de ideas, de esperanza, de generosidad,
de gratitud, de ilusiones, de bondad... de todo aquello que la mantenga
viva y en su sitio aunque de vez en cuando te recorra el cuerpo con
algún que otro sobresalto.
El alma debe iluminar a la persona con su propia luz, y esta luz, será
el destello de su mirada. Seguro que alguna vez habéis escuchado eso
de : "mira con los ojos del alma".
El alma no es que tenga ojos, pero llena tu iris de pedacitos de ella y
eso se nota.
A. Aroca
*Nº 1*
¡Me tengo que levantar, me tengo que levantar! Se repetía mentalmente
mientras apretaba los puños sobre la mesa, tan fuerte que llegó a
clavarse las uñas en la palma de la mano. El dolor la hizo reaccionar y
aunque el pensamiento de levantarse se refería más bien al estado
anímico, saltó de la silla como un resorte, cogió un cigarrillo y salió
corriendo de aquél lugar, de aquella jaula de puertas abiertas hacia un
espacio exterior donde recuperaba el aliento de nuevo, donde la
respiración que se había quedado atascada en la boca del estómago volvía
a fluir, donde aspiraba aire fresco aunque ese aire estuviese
contaminado de angustias y humo.
Le bastaban unos minutos para reponerse y volver más calmada pero ésta
vez era distinto; ésta vez traía peso acumulado de otra jaula y, una
pesada viga de hierro estaba a punto de romperse sobre su cabeza. El
acto, la voluntad de ponerse de pie y salir echando leches era algo
inconsciente, como un acto reflejo, algo así como cuando te quemas y
retiras la mano del fuego; pero levantar el ánimo, las ganas, el
entusiasmo, la fuerza..., eso necesitaba algo más que un paseo por los
exteriores, hubiera necesitado cambiar no solo de espacio sino de piel.
Recorría aquellos pasillos rodeados de un verde sin esperanza, verdes
teñidos de otoño, verdes camuflaje para desaparecer entre ellos como las
lagartijas que serpenteaban por delante de sus pies y se escondían en la
maleza.
Estaba a punto de claudicar, de rendirse; era más fácil en ese momento
caer que luchar porque para luchar hay que mantenerse en pie y para eso
se necesita un mínimo de esfuerzo; ella no tenía fuerzas, ni ganas; "
gastada, sin pellejo" que es lo mismo que decir: en carne viva, donde
todo traspasa y hiere con más facilidad. Así se sentía.
Pensó que era mejor dejarse caer sobre el suelo y que la jauría de lobos
hambrientos acabasen con ella de una vez que salir corriendo; por otra
parte, ¿correr a dónde?, a dónde iba a ir sin nadie en quién poder
confiar, sin nadie en quién poder apoyarse, sin nadie a quién poder
contarle la verdad de lo que le estaba sucediendo.
También podía acurrucarse sobre la pared y morirse de frío, o inanición;
tal vez, -fantaseaba una forma de finalización- inhalando el monóxido de
carbono producto de una mala combustión, así por lo menos, tendría una
muerte dulce. Una mala combustión sería la descripción perfecta para esa
amalgama de circunstancias que estaban confluyendo en ese momento en su
vida y en su persona.
Alegorías de una mente cansada que en su desesperación, imagina posibles
vías de escape que no se llegarían a materializar porque nadie que
albergue un mínimo de fe -y a ella, le sobraba- podría
cometer la atrocidad de atentar contra su propia vida.
Cuando se está en un callejón sin salida, lo único que se desea es
desaparecer; cuando hay un gran peso en el alma, lo que menos cuenta es
la integridad del cuerpo físico. Al fin y al cabo, no era tan distinta
del resto de los mortales aunque no encontrara su lugar entre ellos.
Aún no sé que es lo que la salvó de todo aquello, tal vez fue su fe
inquebrantable, o quizás fueron aquellos verdes otoñales que empezaron a
florecer, o su fortaleza desconocida, quién sabe... Ella solía decir:
"siempre hay salida" y puede que en el fondo, esa convicción acabó
rescatándola, cuando comprendió y aceptó que la salida tiene muchas
puertas que no vemos cuando nos obcecamos en la única que no podemos
atravesar.
A. Aroca
¡Me tengo que levantar, me tengo que levantar! Se repetía mentalmente
mientras apretaba los puños sobre la mesa, tan fuerte que llegó a
clavarse las uñas en la palma de la mano. El dolor la hizo reaccionar y
aunque el pensamiento de levantarse se refería más bien al estado
anímico, saltó de la silla como un resorte, cogió un cigarrillo y salió
corriendo de aquél lugar, de aquella jaula de puertas abiertas hacia un
espacio exterior donde recuperaba el aliento de nuevo, donde la
respiración que se había quedado atascada en la boca del estómago volvía
a fluir, donde aspiraba aire fresco aunque ese aire estuviese
contaminado de angustias y humo.
Le bastaban unos minutos para reponerse y volver más calmada pero ésta
vez era distinto; ésta vez traía peso acumulado de otra jaula y, una
pesada viga de hierro estaba a punto de romperse sobre su cabeza. El
acto, la voluntad de ponerse de pie y salir echando leches era algo
inconsciente, como un acto reflejo, algo así como cuando te quemas y
retiras la mano del fuego; pero levantar el ánimo, las ganas, el
entusiasmo, la fuerza..., eso necesitaba algo más que un paseo por los
exteriores, hubiera necesitado cambiar no solo de espacio sino de piel.
Recorría aquellos pasillos rodeados de un verde sin esperanza, verdes
teñidos de otoño, verdes camuflaje para desaparecer entre ellos como las
lagartijas que serpenteaban por delante de sus pies y se escondían en la
maleza.
Estaba a punto de claudicar, de rendirse; era más fácil en ese momento
caer que luchar porque para luchar hay que mantenerse en pie y para eso
se necesita un mínimo de esfuerzo; ella no tenía fuerzas, ni ganas; "
gastada, sin pellejo" que es lo mismo que decir: en carne viva, donde
todo traspasa y hiere con más facilidad. Así se sentía.
Pensó que era mejor dejarse caer sobre el suelo y que la jauría de lobos
hambrientos acabasen con ella de una vez que salir corriendo; por otra
parte, ¿correr a dónde?, a dónde iba a ir sin nadie en quién poder
confiar, sin nadie en quién poder apoyarse, sin nadie a quién poder
contarle la verdad de lo que le estaba sucediendo.
También podía acurrucarse sobre la pared y morirse de frío, o inanición;
tal vez, -fantaseaba una forma de finalización- inhalando el monóxido de
carbono producto de una mala combustión, así por lo menos, tendría una
muerte dulce. Una mala combustión sería la descripción perfecta para esa
amalgama de circunstancias que estaban confluyendo en ese momento en su
vida y en su persona.
Alegorías de una mente cansada que en su desesperación, imagina posibles
vías de escape que no se llegarían a materializar porque nadie que
albergue un mínimo de fe -y a ella, le sobraba- podría
cometer la atrocidad de atentar contra su propia vida.
Cuando se está en un callejón sin salida, lo único que se desea es
desaparecer; cuando hay un gran peso en el alma, lo que menos cuenta es
la integridad del cuerpo físico. Al fin y al cabo, no era tan distinta
del resto de los mortales aunque no encontrara su lugar entre ellos.
Aún no sé que es lo que la salvó de todo aquello, tal vez fue su fe
inquebrantable, o quizás fueron aquellos verdes otoñales que empezaron a
florecer, o su fortaleza desconocida, quién sabe... Ella solía decir:
"siempre hay salida" y puede que en el fondo, esa convicción acabó
rescatándola, cuando comprendió y aceptó que la salida tiene muchas
puertas que no vemos cuando nos obcecamos en la única que no podemos
atravesar.
A. Aroca
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QUIEN HA VIVIDO MUCHAS TORMENTAS Hay una tierra devastada, destruida por un temporal que el destino caprichoso hace volver una y otra ...
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