LA HISTORIA DEL ELEFANTE RAJÚ



Rajú era un elefante muy pequeño cuando fue capturado por unos cazadores furtivos. Ya desde el primer día de su captura, se le condenó sin causa alguna a vivir encadenado, rematada con pinchos para evitar cualquier huida, para hacerle aprender mediante el dolor, que el ser humano era superior y que debía doblegarse a ellos,
Sirvió gran parte de su vida como atracción turística, llegando a tener más de veinte dueños distintos que gustaban disponer de un animal de sus espléndidas dimensiones, para atraer a extranjeros que visitaban la India. Se le pegaba para moverlo de un sitio a otro. Se le alimentaba con aquello que los turistas tuvieran a bien de ofrecerle… de ahí que a menudo, comiera únicamente botellas de plástico que veía abandonadas por el suelo.
Afortunadamente, un integrante de la organización Wildlife SOS se encontró por casualidad con la lamentable escena de ver a un elefante herido, condenado a unas cadenas que apenas le daban movilidad. Lo denunció. Lo puso en advertencia del Departamento Forestal de Uttar Pradesh. ¿Y cuál fue el resultado? Ninguno. Los trámites son lentos, difusos y descuidados. Pero Wildlife insistió y, afortunadamente, se obtuvo una respuesta un año después. 
Los cooperantes se acercaron a él una mañana, llevaban equipación veterinaria con la que curar sus heridas, además de algunas herramientas para cortar sus cadenas. Sin lugar a dudas, Rajú lo debió intuir, porque nada más verlos inclinó su cabeza y dejó escapar una lágrima tras otra… los miembros de Wildlife no dejaban de admirarse 
¿Estaba Rajú llorando? ¿Era aquello el resultado de su emoción, de sus ansias y de su agradecimiento?

 Eran 50 años los que ese animal había vivido encadenado y ahora, después de medio siglo, había conseguido por fin su liberación.

Rajú vive ya tranquilo en el Centro de Conservación de Mathura. Ahora ya no come desechos ni botellas de plástico. Rajú ahora disfruta de las galletas, los mangos, los plátanos, el agua fresca… y de su libertad.


Fuente: la mente es maravillosa

*¿ Puede el discípulo superar al maestro?*

Claro que puede, con creces; pero la gloria seguirá siendo del maestro
que es el que tiene la fama.

El aprendiz siempre quedará en un segundo plano y posiblemente se
sentirá desmotivado -en caso de actitudes positivas-, pero cuando
hablamos de actos innobles, este segundo plano los resguardará y
desarrollarán su maldad más absoluta con total impunidad porque ante
los demás aparecerán como víctimas y no como hacedores conscientes de
sus actos.

Uno puede hacer daño una vez por causa de las circunstancias o por estar
condicionado pero si no es su naturaleza, en algún momento u otro, se
revelará; sin embargo, el que persiste en su mal, no tiene excusa posible.

A. Aroca
*REFLEXIÓN PARA EL FIN DE SEMANA. DESUBICACION EMOCIONAL*



El orden es primordial en todos los aspectos de la vida, también en las
relaciones interpersonales en las que necesitamos organizar nuestros
pensamientos, sentimientos y comportamiento de una manera coherente.


Debemos pensar en las interacciones personales como un intercambio
recíproco condicionado al grado de conocimiento, familiaridad o
intimidad de los sujetos relacionados; una escala de elementos que
tienen que ver con la proximidad, la empatía, la amistad, la
familiaridad o el amor que diferencian el trato entre simples conocidos,
amigos, famiia o pareja.


No siempre el intercambio es recíproco; aunque normalmente existe una
parte más generosa que otra, hay relaciones en las que esta desigualdad
es tan acentuada que posiblemente provocará un estado de malestar e
insatisfacción contínuo que hará que la persona afectada se plantee un
cambio de actitud hacia la misma.


Este factor no se da tanto en las relaciones superficiales como en
aquellas otras en las que estamos implicados emocional o personalmente.
Yo le llamo desubicación emocional.


Una persona está desubicada emocionalmente cuando no sabe exactamente
que distancia existe entre ella y el resto.

Cuando no existe comunicación ni confianza, las situaciones se vuelven
ambigüas y dependientes de otros factores externos. Por ejemplo, no
saber en que lugar colocar a ciertas personas crea una falta de
habilidad a la hora de interactuar con ellas; también el esperar más de
la otra parte porque precisamente nos hemos colocado bajo falsas
expectativas en una posión más próxima de lo que realmente estamos.


Es bueno saber la distancia que existe entre tu y el resto; sin embargo,
no es bueno

tener que estar midiendo en cada interacción si la distancia es la
correcta o nos hemos pasado del límite. Cuando se plantea esta cuestión,
es un signo evidente de que existe desigualdad. ¿quién fija el límite?
El intercambio debe fluir naturalmente, sin ningún tipo de
condicionamiento que limite la expresión o el comportamiento de ninguna
de las partes.


En el caso contrario, habría que plantearse la ubicación emocional,
teniendo en cuenta nuestras necesidades e intereses. Tan importante es
respetar las distancias de los demás como tener en cuenta las de uno
mismo. Hay que saber la ubicación emocional para conocer cuando hay que
dar un paso adelante y cuando se debe parar.


A. Aroca
El retal es un trozo de tela o de cualquier otro material que sobra
después de cortar una pieza mayor; es un pedazo sobrante, que sirve ya
para poca cosa por sí solo pero que junto con otro, y otro, y otro....
pueden componer algo muy hermoso, como los tapices hechos de múltiples
retales de colores. Entonces, hallados en su condición, pretenden ser
algo mejor que cuando formaban parte de una única pieza.


Solo retales, tal vez alguno de saldo; unos propios y otros de
imitación, la fantasía está para algo.

¡Bienvenido a mi segundo blog! RETALESQUEPRETENDEN.blogspot.com

  Hasta el alma más simple contiene un corazón salvaje, solo depende de encontrar a alguien que sea capaz de descubrirlo, de hacer que se revele.     
DICCIONARIO


El viento se ha calmado y las flores siguen cayendo.
Los fenómenos, las ilusiones, están incluidos en la calma.
UNA RÁFAGA DE VIENTO

Todo está en calma en la habitación, el silencio instalado por largo tiempo acompaña al gris de las paredes y las hojas de los recuerdos yacen apiladas sobre la mesa, uniformes y desangeladas. El tiempo transcurre en aquél espacio sin vida lleno de luces y sombras hasta que alguien abre la ventana y se cuela una ráfaga de viento.
Un soplo de aire fresco empuja la cortina transparente de improviso y le da vida, parecen las alas de un ángel; todo se remueve, como si se refrescara el ambiente por momentos y las hojas apiladas, se esparcen por el suelo tras un leve vuelo, descolocándose y alterando así el orden cronológico de una historia que no tiene fin.


A. Aroca

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