Podría vivir sin dinero pero no sin ilusión; esa es la diferencia para mí entre ser rico o ser pobre”.

Seguramente cuando lean este post, algunos estarán de acuerdo con él y otros no, dependerá de donde tengan sus ahorros, si en el bolsillo o en el corazón.
Nada puede perder aquél que nada tiene; sin embargo, al que atesora con recelo su patrimonio todo le parecerán amenazas, y vivirá con el temor de perder su reino, sacrificando cualquier cosa para mantener su confort.

Muchos hablan de la espiritualidad, del alma, de la sensibilidad, del amor... algunos hasta se creeran iluminados por el solo hecho de haber practicado algún tipo de meditación, pero guardarán su misticismo en la mochila al salir de la clase y volverán al mundo material y tangible, volverán a ser quién realmente son y no les importará dar una patada en el culo a quién le estorbe o a quién ya no le interese, sin la más mínima consideración. 

Es cuestión de seres, es cuestión de prioridades, es cuestión de valores; el dinero es un mero símbolo. Unos dirán: “tanto tienes, tanto vales” y otros: “era tan pobre, tan pobre, que lo único que tenía era dinero”.

A. Aroca

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