¿TIENE LÍMITE LA SOLIDARIDAD?

La solidaridad es la adhesion a causas o intereses ajenos en situaciones difíciles, un valor que al igual que los demás hay que cultivar desde la infancia, una virtud que hay que practicar y que revierte en nuestro propio beneficio, nos enriquece como personas y nos hace más humanos, pero... ¿tiene límite? ¿hasta que punto hay que ser solidario?
Es un debate que he tenido recientemente y a través del cual cada uno se ha posicionado en un lado u otro de la acera, llevando a alguno incluso a sentirse ofendido, como pasa hoy con casi todo, con la política, con la religión y con todo lo que se supone que tiene que ser blanco o negro, como si no existiera una enorme gama de grises y sobretodo, un gran lienzo donde poderlos pintar.
Tal vez la pregunta esté mal planteada y para no herir sensibilidades lo correcto sería decir si la solidaridad se puede ejercer irresponsablemente, porque hasta para hacer el bien hay que ser consecuente. Toda acción provoca una reacción, aunque ésta no sea inmediata.
No se puede practicar la solidaridad en un área si el ejercicio de ésta va en detrimento de otra. Es como el refrán aquél de desnudar a un santo para vestir a otro, pero claro, ¿quién es uno para juzgar?.

Mi madre siempre dice: “haz el bien y no mires a quién” , pero la solidaridad mal entendida puede provocar un caos de proporción. Esto no es más que la proporción de damnificados que crecerá a través de la solidaridad irresponsable ejercida en otros, que a su vez y con el tiempo formaran parte también del primer grupo, o lo que es lo mismo, “pan para hoy y hambre para mañana” o “peor el remedio que la enfermedad”.
Es decir, que no podemos ser más solidarios de lo que nos podemos permitir o abarcar. El bien tiene muchos caminos pero solo se promueven los más vistosos o los más cómodos.
Hay un proverbio chino que dice: “regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enseñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”.
Pues eso mismo, lo que pasa es que los que tienen que enseñar a pescar prefieren regalar el pescado hoy a diestro y siniestro sin tener en cuenta las provisiones de las que disponen. Al fin y al cabo, es una medida que no requiere mucho esfuerzo y sobretodo, es políticamente correcta o ”popular”, y por qué no decirlo “demagógica” .
Aunque tal vez la palabra “solidaridad” tampoco sea la correcta entonces, puesto que la solidaridad que ejercemos individualmente cada uno es otra cosa y es responsabilidad de nuestra propia conciencia. Ahí está la trampa.


A. Aroca

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