MARIPOSA

Cavilo en el ocio de la tarde sobre un viejo documento. Trato de interpretar
su escritura hermética, de rasgos arcaicos y duros, que promete un
conocimiento escondido.
Y entonces llegas tú a través de la puerta abierta. Revoloteando en el aire
cálido vienes a posarte sobre el manuscrito.
Negra y verde es tu belleza, con destellos amarillos en las alas
posteriores,
prolongadas en delicados rabillos. Te mueves despacio sobre el escritorio.
Largas antenas coronan tu cabeza.
Una bestezuela eres. Arrastras sin duda un decorado soberbio, pero es
este un pesado equipaje también.
¿Qué buscas en la tarde soñolienta? Algo dulce tal vez. O quizás un ser
similar a ti que a ti se entregue y se rinda. Todo el sentido de la vida
contienes
en tu frágil armazón, todas sus alegrías.
Me deleito en tu hermosura, y trato de hallar en ella una clave que la más
vieja sabiduría se resiste a alcanzar. Humano es tratar de poseerte y
descifrarte,
sucumbir al poder que irradias.
Pero emprendes el vuelo. Perezosa te paseas por la tienda en penumbra,
y atraída por la luz te deslizas fuera, al callejón del mercado.
Persigo con los ojos tu rastro. Nada dejas sobre la mesa que te recuerde.
¿Hay acaso un mensaje en tu visita?
Pequeña amiga, otro mundo ha de nacer desnudando la oscura voluntad,
el eterno fluir que tu esplendor revela.

SUBHUTI
(fragmentos de una vida)

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