LA ROSA DEL INCA

La misma persona que me regaló hace años "la rosa del desierto" me ha
vuelto a sorprender con otra rosa, "la rosa del inca", desde la misma
Argentina.
Se trata de una piedra -la rodocrosita- que es así como se llama este
mineral y que debe su nombre al color rosa que caracteriza la mayor
parte de los ejemplares.
Como me gustan tanto las piedras, lo primero que hice fue buscar en
internet sus propiedades y descubrí que es una piedra de gran poder de
sanación emocional, que equilibra las emociones mediante la limpieza del
chakra del corazón, además de promover la aceptación del pasado, y no
solo eso, le llaman la rosa del inca porque arrastra consigo la
siguiente leyenda:

" Junto al lago Titicaca se levantaba majestuoso el templo de las
vírgenes sacerdotisas del Inti. Allí se encontraban el sol y luna un día
al año para fecundar las mieses, irradiar la luz y hacer manar las
aguas-, solo se abría para dar salida a la sacerdotisa que el Inca
elegía para prolongar la pureza de la raza.
Un día, el invencible guerrero Tupac Canquí se atrevió a cruzar el
espejo de plata del lago sagrado, escaló los altos farallones que
guardaban el recinto y la curiosidad lo llevó a profanar el lugar.
Allí descubrió a la hermosa Ñusta Ajlla, que habría de ser el amor de su
existencia. Descubrirse y amarse recíprocamente fue todo uno. El tiempo
quiso detenerse ante el hermoso idilio, pero las leyes del Inca se
erigían amenazantes en todo el Tahuantisuyo. Los amantes huyeron por el
rumbo de la Cruz del Sur para salvar la mies de las nueve lunas. El
Tiahuanaco se llenó de voces de ira y tropeles armados y guerreros
partieron a castigar la afrenta a la casta Inca. A pesar de ello, el
Inca nunca pudo alcanzarlos y desde entonces se mantuvo vigente la orden
de persecución en la región. Ellos llegaron más al sur de la cordillera
hasta las proximidades del Pipanaco y de ese amor nacieron muchos hijos.
Las leyes del Inca no alcanzaron a los enamorados, pero sí el maleficio
de los hechiceros a su servicio. La muerte cerró los ojos de la bella
Ñusta y fue enterrada en la cima de la montaña. El viejo guerrero Tupac
Canqui, triste por el amor ausente se acostó a dormir el sueño de amor.
Un chasqui andalgalense, fue el primero que volvió a la cima de la
montaña donde se encontraba la sepultura de Ñusta Ajlla. Con asombro
descubrió entre los pesados peñascos que habían tapado aquel cuerpo
florecían en la piedra pétalos de sangre, apiñados como rosas,
vareteando la superficie inerme. Tomó una de las piedras y partió
presuroso con la ofrenda de paz para el Inca.

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