JULIO CORTAZAR

 En el cementerio parisino de Montparnasse, resguardado por una alta torre de 200 metros de altura, el nombre del escritor argentino Julio Cortázar se esconde entre la multitud de tumbas anónimas, junto al de la que fue su compañera, la artista canadiense Carol Dunlop.
El paseante se da cuenta de que ha llegado a la discreta tumba de la pareja al vislumbrar los homenajes dejados a lo largo del tiempo en la piedra blanca de la sepultura -un batiburillo (montón) de libros, folletos, cigarros, tickets de metro, flores y mensajes garabateados sobre el mármol.
El pasado miércoles fue  un día especial. Frente a la escultura realizada por Julio Silva, amigo de la pareja, se encuentra un pequeño grupo de hispanohablantes.
Todos fueron a rendirle homenaje al escritor, muerto el 12 de febrero 1984, hace exactamente 30 años.

TOCO TU BOCA

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. 

 Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortázar

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