LA SOLEDAD PERPETUA DE NINA SIMONE

Conocida a su pesar -porque no quería etiquetas- como la Máxima Sacerdotisa del Soul.
La expresión de Nina Simone sentada frente al piano era de seriedad intimidatoria. Su belleza física escapaba de las proporciones áureas: tenía nariz ancha, ojos tristes, boca grande… La voz, de madera noble, sigue resonando profunda y felina, rodeada de un halo religioso, entre el desengaño y la fe.
Mezclaba su estricta educación clásica con composiciones agridulces, un registro grave bien utilizado y un carácter que le dio fama de altiva.
 Eunice Kathleen Waymon,la sexta de ocho hermanos, nació en 1933 en Tryon, un pueblucho de Carolina del Norte, llegó al mundo viviendo las consecuencias del crack del 29.  El padre, John Divine Waymon, fue barbero, tintorero y predicador. La madre, Mary Kate Waymon, fue predicadora y después pastora: una mujer profundamente religiosa, de moral estricta, poco afectuosa con sus hijos. 
 De bebé, durante las ceremonias eclesiásticas, Eunice seguía el ritmo de los himnos y pronto se empezó a hablar de la pequeña como de un milagro. Con dos años y medio tocó en el órgano de la casa familiar el himno God Be with You Till We Meet Again: “Lo aprendí de memoria. Mis padres se arrodillaron cuando me vieron tocar algo que claramente nadie me había enseñado”.
A los cuatro años abría los oficios del domingo con su música. La llamaban "el pequeño prodigio", 
 Una de sus admiradoras,  la Señora Miller, una mujer blanca  urgió a los padres de la niña a que recibiera clases de piano con Muriel Massinovitch, una profesora local. Miller se hizo cargo del pago durante un año y la pianista la introdujo en la música clásica y le enseñó a escribir y leer música.  Su profesora recaudó fondos para que la "niña milagrosa" pudiera completar su educación musical en la prestigiosa escuela Juilliard de Nueva York. Era la única alumna negra del curso.
 El examen de ingreso para el Curtis fue el momento de inflexión. Iba a ser la primera intérprete negra de una orquesta; sin embargo,  algo pasó en la prueba: frente al jurado de blancos que la evaluaron en 1950, en plena vorágine de segregación racial, la rechazaron. Su vida quedó hecha pedazos e incluso consideró dejar la música. La tristeza dio paso a la ira: un jurado no iba a decidir su triunfo como intérprete.
La transformación de Eunice en Nina Simone sucedió en Atlantic City,  Nueva Jersey. Consiguió unos bolos tocando en un tugurio. Simone cantó por primera vez, mezclando clásicos de blues, gospel e himnos con sus conocimientos académicos, con el pelo recogido en un moño y ataviada con un elegante vestido más propio de un recital clásico. Cada dos horas tenía 15 minutos de descanso en los que bebía un vaso de leche.
 Se puso Nina Simone para que su madre no se enterara de que andaba en bares de mala muerte.
 Publicó con Bethlehem Records su primer disco (Little Girl Blue) en 1958 y la estafaron. Firmó un contrato cediendo todos los derechos de las canciones a cambio de un cheque de 3.000 dólares. . La experiencia le sirvió para ser inflexible ante casas discográficas y los promotores: lo discutía todo, nunca se comprometía e incluso acudía a la intimidación física en las negociaciones si era necesario.
 Tras un matrimonio fallido en la juventud, se casó con Andy Strout, policía e investigador que se retiró para ser su mánager.. De la unión nació Lisa Celeste Strout (ahora cantante y actriz) en 1962. El matrimonio duró 10 años la mayoría de ellos amargos.  Nina buscó en el alcohol la anestesia de su infelicidad.
Tras huir a las islas Barbados sin decir nada a nadie, volvió y se divorció en 1972 de Strout. Regresó a Barbados para refugiarse de los problemas fiscales y sentimentales que la asediaban.
Desde los años setenta no volvió a vivir en Estados Unidos. Pasó una temporada en Liberia atraída por el país de sus ancestros y lejana a la realidad de un país pobre y corrupto. Vivió también en Ginebra (Suiza),  donde parece que se obsesionó con los chequeos médicos y cometió muchas locuras. Nina Simone no sabía a dónde ir para sentirse acogida, en paz y querida. Hacía muchos años que había dejado de llevar bien la soledad.
 Se mudó al sur de Francia, cerca de Marsella, en el año 2000. La diva había adquirido mala fama en la zona. Los vecinos la acusaban de montar escándalos por cualquier tontería. Su vida musical había sobrevivido a sus taras emocionales y seguía siendo una artista respetable cuando murió en  Carry-le-Rouet tres años después, mientras dormía, por un cáncer de pecho que no se trató. En sus memorias, publicadas a principios de los años noventa confesó: “Todos estos años he recibido muy poco amor (…). Me obsesiona, sobre todo por las noches, cuando estoy sola”.
Fuente: Helena Celdrán. "20 minutos"

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