EL IMPULSO
El impulso saca a la luz lo interior, lo expulsa fuera a borbotones, a
veces de forma desafortunada o poco correcta pero siempre sincera; es
decir, no inventa, no crea, no manipula porque entre otras cosas, es
espontáneo y no tiene tiempo de preparativos ni preámbulos. No me
refiero a estar en posesión de la verdad sino a actuar de verdad que es
algo muy distinto., actuar desde el corazón, o desde la impaciencia, o
desde la vulnerabilidad, la indefensión, el miedo, o cualquiera de esas
emociones que crean las situaciones confusas e inesperadas.
El impulso no medita, no conoce de estrategias, no acecha amenazante, no
espera rencoroso, no entiende de momentos ni ocasiones oportunas para
actuar, ni es premeditado ni persigue fines concretos o estudiados, no
es discreto ni mucho menos elegante; no te salvaguarda, más bien te
expone, te deja en una posición vulnerable ante los demás y después te
abandona a tu suerte. El impulso nace en lo más hondo de tus entrañas,
como un cosquilleo que araña las paredes de tu estómago y sube por tu
pecho hasta que se apodera de tus sentidos, explota en tus labios o se
hacen dueño de tus actos, de tus gestos, de tu cuerpo, como una
exaltación de tu masa interior que no atiende a razones.
Las personas que nos guiamos por impulsos, somos las que más errores
cometemos, porque actuamos con vehemencia, con la intensidad del
momento, con la furia de la emoción contenida y es ahí en ese expresar
desesperado donde nos vaciamos, a veces en un sinsentido que asusta.
Después viene el recuento -generalmente de pérdidas, pero el estallido
ha sido puro, lo demás son tácticas y estrategias.
A. Aroca
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja un comentario